Carlos ya no gustaba de salir de
vacaciones con sus padres... Decía que no estaba dispuesto a estar durmiendo en
el suelo, metido en un saco de plumas (que además estaba roto, y cada mañana
amanecía luciendo como un pollo nuevo, cubierto de pequeñas plumas)...
Fue al amanecer del segundo día,
en que imperiosamente necesitó de ir al baño. Como suele suceder en los
camping, el baño no estaba muy cerca; así es que no hubo tiempo de realizar el
ritual de retirar las plumas que quedaban adheridas al cuerpo. En su acelerado
caminar, y el ir sacudiéndose las plumas por el camino, tropezó con una chica
que caminaba en sentido contrario... Se miraron a los ojos, y algo pasó en ese
momento... Fue solo un instante en que fijaron sus miradas, pero parecieron eternos
segundos. Carlos continuó su marcha, mientras ella lo observó alejar un par de
pasos, tras lo cual retomó su camino.
Pasado el mediodía, Carlos quiso ir a la playa y mientras
tomaba sol vio que, a unos 10 metros de donde estaba, una bella joven reposaba
sobre la arena. Admiró sus armónicas y tonificadas curvas, su estilizado
rostro, pero solo hasta cuando ella lo miró de frente, pudo reconocerla; era la
chica con la que se había cruzado al amanecer...
Aunque él no era un novato en la conquista, sentía que
ella era diferente a las chicas que había conocido, y viendo la oportunidad de
acercarse, lo hizo.
Disculpa – dijo – ¿Es contigo con quién me tropecé esta
mañana?. Es que iba apurado y no te vi venir. Espero no haberte lastimado –
agregó.
¿Tú eras el que iba cubierto de plumas? – preguntó ella – Esbozando una bella sonrisa que terminó de cautivarlo.
No te preocupes – agregó la joven – era yo quien iba
distraída.
Él se tendió en la arena, junto a ella, y charlaron un
buen rato. En realidad, un par de horas. El tiempo se les pasó volando, pero
mientras charlaban descubrían que tenían muchas cosas en común: Gustos
musicales, literatura, amor por los perros y rechazo a los gatos; que de tanto
conversar no pudieron evitar aproximarse. Un espontáneo y dulce beso selló esa
tarde... Quedaron de verse a la noche, habría una fogata frente a la playa.
Esa noche se juntaron junto a la fogata, pero pronto
salieron a caminar por la orilla de la playa. Era una noche maravillosamente
estrellada, sin luna. Ella temblaba, pero no era de frío; él también temblaba...
Llegaron a un roquerío y se tendieron en un espacio
arenoso, admiraron las estrellas un rato, permanecieron en silencio, luego se
miraron y se besaron apasionadamente...
¿No estaremos yendo muy rápido? – Dijo ella.
No te preocupes – dijo él - Al tiempo que sus manos
recorrían su cintura y sutilmente se aproximaban a sus glúteos.
Ella no protestó más... Y al mismo tiempo en que se
miraban a los ojos, él le descubrió los senos, admirándolos unos instantes, tras
lo cual posó sus labios sobre ellos con sutiles y repetidos besos (y
lamidas).
Sus corazones se agitaban y sentían un extraño calor en el
cuerpo...
Él terminó de desnudarla, y pudo apreciar su bella y
escultural figura; la que no tardó en saborear y recorrer íntegramente con los
labios... Ella quiso protestar, pero se dejó llevar...
Entre besos y caricias terminaron desnudos, mientras una
tímida luna asomaba en el horizonte, haciendo resplandecer esos pálidos y
juveniles cuerpos...
Mirándose a los ojos, consumaron el acto carnal más
sublime y sutil jamás vivido... Era la primera vez de ambos... Aunque lo
imaginaron mil veces, jamás pensaron que sería tan ardiente, tan intenso..., y
tan breve... Esa noche, él no pudo contener sus ansias juveniles, y ella no
sintió que las mariposas de su estómago emprendieran el vuelo...
Si bien, ella disfrutó del momento, y sintió ese dulce
ardor de la primera vez; así como también sintió unos intensos latido en su ser
y algo que se escurría tibiamente... Eso fue todo... No hubo esa magia que
señalaron sus amigas, ni su cuerpo quedó rendido, sin poder moverse...
Eran primerizos, y tal vez a la noche siguiente, las cosas
serían diferentes... Pero no fue así... A la mañana siguiente, ella emprendió el
retorno al hogar; y él quedó en el camping por 5 días más, pensando en ella ,y
en ir a visitarla apenas volviera al hogar.