Ese día, mi vehículo había presentado problemas, así es que debí optar por el trasporte público. Recuerdo que era un día caluroso y la gente andaba liviana de ropas.
En tanto subí al vagón, visualicé un asiento que quedaba en una esquina; desde este apreciaba muy bien a todos los pasajeros. En una de las paradas sube una atractiva muchacha, la cual no pasó desapercibida para un joven y bien vestido muchacho. Éste, amablemente le cedió el asiento, a lo cual ella respondió con una sonrisa. Él tomó el pasamanos y se paró junto a ella.
Noté que ella cerró los ojos e inspiró una bocanada de aire. Al parecer, en el entorno había un aroma que le había fascinado. Por sus gestos, deduje que este aroma provenía del joven que le había cedido el asiento.
A medida que subían los pasajeros, también subía la temperatura del aire. Ella soltó un botón de su blusa y el gesto no pasó desapercibido para el muchacho. Este se acercó un poco a ella, quien lo notó porque volvió a inhalar profundamente y no pudo evitar morder su labio inferior. El muchacho seguía atento a como el escote de la muchacha, con cada movimiento del vagón, mostraba más de lo esperado. Tras eso, realizó un extraño movimiento de cadera el cual no pasó desapercibido para la joven. Ella sonrió, sutilmente. También acomodó un poco su cabello, de manera muy coqueta.
Al pasar a otra estación, sube una mujer mayor y la joven le cede el asiento, ubicándose junto al muchacho. Volvió a inhalar profundamente y discretamente acercó su espalda al abdomen del chico, y tras algunos instantes, pareció mover sus caderas, como buscando sentirlo más.
El muchacho se ruborizó, pero permaneció muy quieto en el mismo lugar. La muchacha se apegó un poco más; los labios de él casi rozaban su oído. Ella cerró sus ojos y volvió a morder su labio. Parecía fantasear con el muchacho, y este con ella.
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