Frente a un frío altar dos almas oraban, una portaba un rosario de perlas y la otra uno hecho con cuentas de madera.
Apenas un sutil murmullo interrumpía el transitar del sepulcral silencio.
Ambas damas no se conocían, pero sin saberlo, las dos oraban por el mismo ser enfermo.
Tal vez así lo quiso el universo, tal vez así estaba predispuesto.
Amaban a la misma persona y aunque lucían como empleada y patrona, ninguna sospechaba que el canalla que las había engañado, ya las había abandonado...
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