Había tenido una vida bastante
vertiginosa, y esta se había cobrado bastante caro mis excesos...
Hoy se cumplían dos años desde la última vez que pisé un
gimnasio. Era cliente frecuente, y me encantaba ir después de la hora de
oficina; hora en que iban ejecutivas comerciales, agentes de seguros y
secretarias de empresas grandes. Debían mantenerse en forma, ya que sus
trabajos dependían en buena parte, de su aspecto físico; lo cual era
recompensado con excelentes remuneraciones y bonos de producción.
Por mis palabras dirán que soy un
sujeto básico; y tal vez, en esa época, hayan tenido razón. Mi buen estado
físico y mi empleo como agente comercial de una inmobiliaria, me permitía
costear mi estadía en el gimnasio, y mis frecuentes salidas con estas
ejecutivas... Habitualmente, estas salidas terminaban en ardientes encuentros
sexuales. Daba lo mismo con quien; ellas quedaban satisfechas, y yo iba
acumulando conquistas...
Fue en una de estas salidas, en
que nos excedimos con las copas... Llovía copiosamente, yo iba a exceso de
velocidad y no pude reaccionar al llegar a una curva... El automóvil,
totalmente fuera de control, dio vueltas en el aire y llegó al fondo de una
pequeña pendiente... Los sistemas de seguridad del automóvil funcionaron de manera
impecable, o al menos, eso pensé cuando abrí los ojos y vi que estábamos
enteros... Magullados, pero enteros... Si tan solo me hubiese puesto el
cinturón de seguridad...
No sé cómo, pero me lesioné los
discos de la columna... La recuperación fue lenta, pero resultó mejor de lo
esperado. Las sesiones con la kinesióloga fueron fundamentales... A ella
también la había conocido en el gimnasio, pero jamás quiso salir conmigo. La
verdad, jamás se lo propuse... Ella estaba muy lejos de mis estándares... Era obesa,
tímida, ocultaba su mirada tras unos amplios lentes con un aumento regular, su
cabello lucía descuidado y sus ropas eran muy poco seductoras...
Las calugas de mi abdomen se
habían convertido en bolsas de grasa. Mis piernas ya no estaban tonificadas y
cada vez que hacía frío, sentía un profundo dolor en los huesos... Pero ahí
estaba ella, siempre atenta a mi tratamiento. Puntual y servicial...
Durante el tiempo que estuve en
tratamiento, ninguna de las mujeres con que había salido, me fue a visitar...
Del trabajo, solo un par de llamados; sin embargo, mi kinesióloga solía
llamarme los días en que no me visitaba, para darme indicaciones y preguntar
por mi avance...
Sus meses de gimnasio dieron
resultado. Ella había adelgazado, cambió sus amplios lentes por unos más
pequeños, arregló su cabello y descubrí que todo este tiempo había tenido ante
mí a la mujer de mis sueños, sin que le hubiera prestado la atención
suficiente... Seguía siendo una mujer robusta, pero a mis ojos era un ángel
caído del cielo... En sus ojos, descubrí un brillo que jamás había visto; en
sus manos, caricias que jamás había recibido; en sus labios, los más dulces y
sutiles besos...
Me enamoré... Me enamoré
perdidamente de ella... Grande fue mi sorpresa al saber que ella siempre se
había fijado en mí... Que mi amor era correspondido...
Ese accidente cambió mi vida. Me
hizo abandonar una vida sin futuro, y me llevó directo a los brazos de mi amor
verdadero...
Hoy es un día especial para mí...
Hoy es el día en que le pediré matrimonio... Espero que ella me acepte en su
vida, porque lo es todo para mí... Ella sabe que yo sólo seré suyo, y de nadie
más, nunca más...
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