Lates
tan profundo en mi pecho,
que
todos mis latidos pronuncian tu nombre;
colmas
mi alma con tu dulzura,
al
punto de hacerme perder la cordura.
No
sé qué hice para merecer esto,
necesito
sacarte de mi pecho
porque
a estas alturas,
estoy
al borde de la locura.
No
sé qué hice para merecer esto,
para
conocer un amor tan profundo,
tan
locamente profundo,
que
no parece pertenecer a este mundo.
Y
sin embargo, cuando te tengo,
cuando
te rodeo con mis brazos
y
siento como se infla tu pecho,
noto como tu corazón late junto al mío
con
un ritmo constante, melodioso y galopante.
Cuando
nuestras pieles se dicen dulcemente
lo
mucho que se extrañan,
y
nuestras caderas se balancean
con
un cadencioso ritmo,
todo
dolor queda en el pasado.
Jadeos
pasión y fuego,
alimentan
nuestra hoguera íntima,
hasta
coronar el estallido sublime
en
que decantan nuestras pasiones.
La aurora me regresa a la realidad.
Eres un sueño, un tangible sueño
que se apodera de mis sentidos;
ya no sé si vivo o muero,
sólo espero que llegue la noche
para tenerte de nuevo...
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