Dulce, tierna y sincera;
pura, como lluvia de primavera,
así es como te conocí,
así, hasta que una noche de luna
de tus labios bebí tu néctar.
Sobre la hierba, cristales de plata,
brillaban a la luz de las estrellas;
sobre tu piel, cristales de diamante,
destellaban mientras gemías.
Me bebí tu pureza,
te colmé por vez primera,
y aquella noche renaciste,
como flor de primavera.
Te descubrí mujer,
me enseñaste a querer,
a desear con la piel
y a colmarte de placer.
El destino nos unió
una noche de luna llena;
noche que se hizo eterna,
en nuestros recuerdos,
en la piel y en el alma entera.
Muy bonita y llena de mucho sentimiento.
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