sábado, 30 de julio de 2016

Es ella

Cierro los ojos y la veo frente a mí,
sus cabellos castaños caen sobre sus hombros,
y un sutil escote me permite ver su cuello.
La miro, me sonríe, y toda su pena muere
en la pausa de un abrazo.

Me abraza y no me suelta,
y yo tampoco quiero que me suelte;
quiero cobijarla junto a mi pecho,
y que sienta como mi corazón late de alegría
cuando está cerca de mí.

Es tarde, casi amanece y ella sigue aquí,
clavada en mi pecho, aunque esté de cuerpo ausente.
Clarea el alba y los primeros rayos de luz
traen a mí su sonrisa, diáfana y etérea.
Ya no quiero despertar si ella no está.

Me levanto y miro las nubes
razgadas por un suspiro de cielo.
Ella vendrá, lo sé, mi corazón lo siente.
Alguien toca la puerta, es ella,

la abrazo y le robo un apasionado beso.

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