viernes, 31 de octubre de 2014

Amor al amanecer




















Lentamente se aproxima,
él la abraza, ella lo mima...
Frescos labios se aprisionan
entre miradas que dialogan.

En el nocturno silencio
perciben sus aromas,
acarician sus siluetas,
se besan..., se alocan.

Bajo tenue luz lunar
de sus ropas la despoja,
y sin siquiera dudar
su pasión se desborda.

Sus dedos temblorosos
desliza por níveas pieles;
explora entre las sombras,
descubriendo dulces mieles.

De pasión, jadean sus cuerpos;
la luna les mira desde lejos.
El rocío recorta su reflejo,
sobre césped nuevo y añejo.

Mientras el aire se vicia,
de lujuria desenfrenada;
con sus labios él le acaricia,
y ella suspira encantada...

jueves, 9 de octubre de 2014

Vida nueva

Había tenido una vida bastante vertiginosa, y esta se había cobrado bastante caro mis excesos...

Hoy se cumplían dos años desde la última vez que pisé un gimnasio. Era cliente frecuente, y me encantaba ir después de la hora de oficina; hora en que iban ejecutivas comerciales, agentes de seguros y secretarias de empresas grandes. Debían mantenerse en forma, ya que sus trabajos dependían en buena parte, de su aspecto físico; lo cual era recompensado con excelentes remuneraciones y bonos de producción.


Por mis palabras dirán que soy un sujeto básico; y tal vez, en esa época, hayan tenido razón. Mi buen estado físico y mi empleo como agente comercial de una inmobiliaria, me permitía costear mi estadía en el gimnasio, y mis frecuentes salidas con estas ejecutivas... Habitualmente, estas salidas terminaban en ardientes encuentros sexuales. Daba lo mismo con quien; ellas quedaban satisfechas, y yo iba acumulando conquistas...


Fue en una de estas salidas, en que nos excedimos con las copas... Llovía copiosamente, yo iba a exceso de velocidad y no pude reaccionar al llegar a una curva... El automóvil, totalmente fuera de control, dio vueltas en el aire y llegó al fondo de una pequeña pendiente... Los sistemas de seguridad del automóvil funcionaron de manera impecable, o al menos, eso pensé cuando abrí los ojos y vi que estábamos enteros... Magullados, pero enteros... Si tan solo me hubiese puesto el cinturón de seguridad...

No sé cómo, pero me lesioné los discos de la columna... La recuperación fue lenta, pero resultó mejor de lo esperado. Las sesiones con la kinesióloga fueron fundamentales... A ella también la había conocido en el gimnasio, pero jamás quiso salir conmigo. La verdad, jamás se lo propuse... Ella estaba muy lejos de mis estándares... Era obesa, tímida, ocultaba su mirada tras unos amplios lentes con un aumento regular, su cabello lucía descuidado y sus ropas eran muy poco seductoras...

Las calugas de mi abdomen se habían convertido en bolsas de grasa. Mis piernas ya no estaban tonificadas y cada vez que hacía frío, sentía un profundo dolor en los huesos... Pero ahí estaba ella, siempre atenta a mi tratamiento. Puntual y servicial...

Durante el tiempo que estuve en tratamiento, ninguna de las mujeres con que había salido, me fue a visitar... Del trabajo, solo un par de llamados; sin embargo, mi kinesióloga solía llamarme los días en que no me visitaba, para darme indicaciones y preguntar por mi avance...


Sus meses de gimnasio dieron resultado. Ella había adelgazado, cambió sus amplios lentes por unos más pequeños, arregló su cabello y descubrí que todo este tiempo había tenido ante mí a la mujer de mis sueños, sin que le hubiera prestado la atención suficiente... Seguía siendo una mujer robusta, pero a mis ojos era un ángel caído del cielo... En sus ojos, descubrí un brillo que jamás había visto; en sus manos, caricias que jamás había recibido; en sus labios, los más dulces y sutiles besos...

Me enamoré... Me enamoré perdidamente de ella... Grande fue mi sorpresa al saber que ella siempre se había fijado en mí... Que mi amor era correspondido...

Ese accidente cambió mi vida. Me hizo abandonar una vida sin futuro, y me llevó directo a los brazos de mi amor verdadero...



Hoy es un día especial para mí... Hoy es el día en que le pediré matrimonio... Espero que ella me acepte en su vida, porque lo es todo para mí... Ella sabe que yo sólo seré suyo, y de nadie más, nunca más...


viernes, 3 de octubre de 2014

Viaje a la Patagonia

El tiempo pasaba y yo me sumía más entre cables, monitores, redes y sistemas informáticos. El servicio que prestaba la empresa consistía en mantenciones de sistemas, reparación de equipos... En fin, todo lo referente a computadores y sistemas. Dado que los usuarios siempre sufrían “inconvenientes”, el trabajo era mucho y los técnicos éramos muy pocos; las horas extras eran bastantes y muy bien remuneradas.

El trabajo me absorbía tanto, que ya casi no tenía vida... Mi ventana al mundo eran las redes sociales, pero estaba en tantas, que no atendía bien ninguna... La soledad me abrumaba y un buen día decidí hacer un viaje a la Patagonia. Recorrer sus fiordos; conocer grandes glaciares milenarios y todo lo que pudiera ver.


Hice mis averiguaciones y las reservaciones para navegar desde Puerto Montt, hasta Puerto Natales y regreso... Una semana me vendría bastante bien, y quien sabe, tal vez conozca a alguien durante el viaje.

Llegué en avión hasta Puerto Montt, un día antes del zarpe, y así podría recorrer algo de la ciudad; tal vez, comprar algunos souvenir y ropa típica de la zona, que de seguro me serviría en el viaje.

Mi embarqué fue tranquilo e impresionado por la belleza del lugar. Me dirigí a mi camarote a esperar la salida, la cual iniciaba un par de horas más tarde.


Una vez en cubierta, tomé una buena ubicación e inmortalicé cada momento del viaje... Aparecía una león marino, asomaban las cámaras; un delfín, se disparaban los flash de las cámaras... Y así, una buena parte del viaje... Bajé a una de las cubiertas y había un grupo de chicas de mi edad, parecían no estar acompañadas, pero por las dudas, decidí esperar un tiempo a prudente distancia...

-         Es una falla del sistema – Decía una.
-         Reinicia el equipo – Decía otra.
-         Tal vez te entró un virus – Decía la última.

Según parecía, las chicas tenían un problema con su equipo portátil, así es que me animé a dirigirles la palabra y ofrecerles mi ayuda... Ese fue el primer paso de una entretenida charla, la cual se prolongó por un par de horas...

Luego vino la cena y ellas se apartaron de mi; por mi parte me despedí, sabiendo que las volvería a ver durante el viaje...


Para el tercer día, ya había una mejor comunicación con ellas; incluso me animé a pensar que la más tímida se sentía atraída por mí. Casualmente me encontré con ella cuando me dirigía a mi camarote; me sonrió, la miré a los ojos, me acerqué, la tomé por la cintura y le di un beso. Ella se apartó de mi y me dio una gran bofetada. ¿Qué había pasado? ¿Mal interpreté las señales?... Mi vergüenza fue tal, que al día siguiente no fui a desayunar. A la hora de almuerzo me miraban desde lejos y no me volvieron a dirigir la palabra.

La penúltima noche me volví a topar con ella y le pedí disculpas; en ese momento fue ella quien se aproximó a mi y me dio un dulce, tierno y sutil beso. El cual correspondí con otro. Terminamos en mi camarote, viviendo una noche de dulces, tiernas e intensas pasiones. Resultó ser una chica muy ardiente y sensual, me tenía totalmente extasiado. Su piel era suave y perfumada, sus labios rojos y carnosos, su mirada dulce y tierna a la vez, sus cabellos largos, su figura esbelta y su tono de voz, casi angelical... Besé cada detalle que se cruzó en mi camino, gemimos, jadeamos... Expresamos toda la energía de nuestros juveniles años...


Pasamos el último día del viaje viviendo nuestros sentimientos y nuestras pasiones. Intercambiamos nuestros números telefónicos y nos volvimos a ver en más de una oportunidad...


Con los meses, decidí irme a trabajar a una empresa más cercana a su domicilio. Y llegó el día especial, en que le pediría matrimonio...

miércoles, 6 de agosto de 2014

La niña de sus ojos

Se aproximaba el verano y era el último año de enseñanza secundaria. Durante cuatro años, padres y alumnos habían ahorrado hasta el último peso, para salir a una gira de estudios al extranjero. La meta era llegar hasta Puerto Iguazú, en Argentina.

Y llegó el ansiado día. Con lo reunido durante esos años, más una cuota individual, concretaron un programa de 10 días, que incluía pasar por varias ciudades y lugares históricos.

El viaje lo realizaron en bus, el cual no estuvo exento de algunos inconvenientes, que en nada mermaron el ánimo de los adolescentes... Es más, cada situación era documentada fotográficamente. La idea era hacer un “anecdotario” del trayecto...

Al cuarto día de viaje, llegaron a destino. Las escalas del viaje les permitieron realizar compras de recuerdos y otros artículos, así como mini tours por distintas ciudades.

El hotel al que llegaron era bastante cómodo y amplio. Y dado que el clima era muy cálido, poco importó que estuviera lloviendo; todos terminaron metidos en la piscina.


La agencia tenía preparadas múltiples actividades, que fueron el deleite de todo el grupo. Parque de aves exóticas; visita a una emblemática central hidroeléctrica; unas cascadas espectaculares; ruinas prehispánicas; una de las minas de amatista; presentación de baile típico de la zona;  visitar el comercio local, etc...


La cercanía de los chicos durante el viaje, dio espacio a que surgiera el romance. Ya no era esa interacción rígida del aula; era en un espacio más personal, de más proximidad y más piel. De hormonas y un abanico de oportunidades que permitían dar rienda suelta a tanta templanza...


Surgieron varias parejas que, aprovechando la complicidad de la noche, y los amplios espacios del hotel, se permitían expresar aquel amor tan propio de la juventud... Efusivo; inocente; falto de experiencia, pero con voluntad para remediar ese y otros detalles...

Fernanda y Blas conformaron una de esas parejas. No disimulaban sus gestos amorosos y poco les importó haber dejado a sus “parejas oficiales”, en su ciudad de origen. “Lo que sucedía en la gira, se quedaba en la gira”, parecía ser la consigna general.

La oportunidad se presentó... Ambos se apartaron del grupo, mientras estos realizaban una actividad nocturna... Se dirigieron a la habitación de él. La sangre les quemaba por dentro, sus corazones latían intensamente. Se besaron, se acariciaron y prontamente sus ropas fueron cayendo al suelo de la habitación. Sus cuerpos temblaban, tanto por la excitación del momento, como por el nerviosismo de la primera vez...  Él besó su cuello, pero al ver sus pechos desnudos, instintivamente fue y los devoró a besos y sutiles mordidas, mismas que combinaba con intensas caricias...


Ella sentía mil sensaciones jamás vividas y él estaba con una excitación que la sorprendía. Mientras él se perdía en los pechos de su compañera, ella acariciaba aquel turgente órgano que tanto deseaba sentir entre sus piernas... Llegó el momento; él se posó sobre ella y suavemente se deslizó al interior de su entrepierna. La penetró de forma lenta y sin inconvenientes, ella estaba muy húmeda y deseosa del encuentro... Este fue breve pero intenso y, aunque ella no alcanzó el clímax, quedó sorprendida de lo nuevo que había descubierto... Resultó no ser lo que sus amigas señalaban. No hubo dolor; solo deseo, un leve ardor, y muchas nuevas emociones...

Fue el único encuentro que tuvieron en ese paseo. Pero nuevos espacios para las pasiones se vivieron a su regreso.

Pasaron los meses, y tanto amor clandestino rindió sus frutos. De nada les sirvieron sus charlas de sexualidad; ella no utilizaba ningún método anticonceptivo, y él se negaba al uso del preservativo por considerarlo “incómodo”... “¡Seremos padres!”, exclamaba él... Mientras ella pensaba en su madre:
- Soy la hija menor (se decía). Mientras esté en la universidad, y de no ser por este bebé que comienza a crecer en mi vientre, mi mamá se habría quedado sola...

En su cabeza no cabía otra cosa que no fuera alegría por “la novedad”, que coronaba el “amor” de sus vidas... No así, en tanto lo supieron sus padres. En especial la madre de Fernanda; quien entre gritos, palabrotas y tirones de cabello, le pretendió hacer ver el “error” que habían cometido.


Su niña – pensaba ella – La menor de sus cuatro hijos; con un esperanzador futuro en el área jurídica, estaba truncando sus sueños, esperanzas y sus anhelos... De cierta forma se había proyectado en ella, pero su ceguera jamás le permitió aceptar lo que tantas personas le decían: “Tu hija va mal; ese chico no es buena compañía”... “Ella te miente, mientras dice que estudia, se desaparece con el muchacho que tanto la corteja”...

Y nació la bebé, fruto de la niña de sus ojos. Aurora, fue el nombre elegido; por ser la primera de la familia y dar pie a un nuevo amanecer.


Junto con el alumbramiento y pasados los dolores de parto, Fernanda tomó conciencia de lo que sería su vida. Para ese entonces, el padre de la criatura había tomado distancia; hasta nueva pareja tenía... El embarazo había sido riesgoso, y debido a que debió mantener reposo, perdió su primer año de estudios... Pero nada de eso le preocupaba. “Aurora nació sanita” – decía - “Y se parece a su abuelita”... 

jueves, 3 de julio de 2014

Amor en la primera cita


Después de aquel intenso beso, a la salida del metro, Tomás (que es como se llamaba el muchacho), acudió a su entrevista, y como en muchas otras, al final de la misma le señalaron que de tener novedades, le llamarían.

Por su parte, Teresa (que era el nombre de la joven), llegó a su presentación justo a tiempo, y fue elogiada por la pasión con que trató el tema. Nadie sabía que en realidad, esa pasión obedecía a la posibilidad de volver a tener una cita con aquel encantador joven.

Esa tarde, Tomás llamó a Teresa. El dulce sabor de sus labios, y el fresco aroma de su perfume, estuvo revoloteando en su mente durante toda la jornada. Ella, sospechando que la llamada era del joven misterioso, dejó timbrar dos veces el teléfono, y contestó a la tercera.

- ¡Aló!
- ¡Hola!, soy Tomás. Tal vez mi nombre no te diga nada, pero soy el de la mañana.
- ¡Mmmmm... Creo que sé quien eres!... Manifestó ella, al momento que soltó una sonora carcajada...
- Te llamaba para invitarte cenar... ¿Te apetece?.
- ¡Suena interesante!, señaló ella, al momento en que pensaba qué vestiría para la ocasión.
- ¡Perfecto! - Señaló él, y agregó: Nos reunimos a las 7 en "La Boheme", ¿lo conoces?.
- Queda cerca de mi casa - Señaló ella.
- Allá te espero.

Completamente ilusionado por la cita, simplemente colgó, sin siquiera despedirse (ni preguntar su nombre). "La Boheme" era un antiguo restaurant de comida francesa, en el que sus padres se habían comprometido. Tal vez, una cita en el lugar sería el comienzo de algo perduradero.

Teresa revisó en su closet, y lo primero que expresó fue: ¿Qué vestiré?... Conociendo el restaurant, y por la manera en que él vestía por la mañana, lo más indicado sería un vestido negro - Pensó.

Obviamente la lencería debía ser acorde al vestuario, y el perfume también. Puso atención en los detalles, debía ser una noche especial.

Por su parte él decidió usar una camisa algo más olgada, conservar el ambo de la mañana, pantalón de tela y calzado acorde. 

Ambos se toparon en la puerta de entrada; previamente él había reservado una mesa, junto a una ventana. abrieron la noche con un vino blanco, y para cenar pidieron la especialidad de la casa "Coq au vin". Parecía no ser un plato adecuado para una primera cita, pero aunque les hubieran servido coles y ají, les habría dado lo mismo.

Él tomó la mano de ella y le confesó que no podía dejar de pensar en el beso de la mañana. Ella se sonrojó, y le dedicó una dulce mirada. Para cuando se dieron cuenta, tenían tomadas ambas manos y se miraban como si no hubiera nadie más a su alrededor... 


Charlaron largo rato y luego él la acompañó a su casa. Él volvió a tomarla por la cintura, pero esta vez sin prisa. La miró a los ojos, se acercó lentamente y le dio un sutil y duradero beso. Ella lo abrazó y el beso pasó de sutil a efusivo... Ingresaron a la casa y ella lo condujo al living... Los besos aumentaron su intensidad. 


Una a una las prendas de vestir comenzaron a caer por el piso. Él besaba apasionadamente su cuello y ella sentía arder su sangre... La pasión era intensa, y la noche aún era joven; tan joven como ellos.

Cayó la última prenda; sus cuerpos ya estaban ansiosos, pero a pesar de ello, iban con calma. Querían prolongar el momento hasta el amanecer.

Tras un efusivo beso él tomó sus caderas y dieron rienda suelta a su pasión carnal... Jadeaban... Gemían... A ratos con movimientos intensos... Y otros de leves pausas, en que él le besaba los pechos...


Y así los sorprendió el amanecer... Entre besos y caricias, jadeos y respiraciones entrecortadas por la pasión...

Era la primera cita... Y no sería la última... De eso, ambos estaban seguros.

sábado, 28 de junio de 2014

Un día especial

Esa mañana debía rendir mi examen y se me estaba haciendo tarde. ¡Nada me quedaba!, piezas de ropa volaban por mi habitación y no encontraba la adecuada. Di con mi brasier favorito, el de la buena suerte (la necesitaré). Me miré al espejo; mi cabello era un desastre, pero ya era tarde. Cogí la falda negra, una blusa, mis tacos negros y mi cartera. Debí llevar los tacos en un abolsa y salir con zapatillas, necesito correr si quiero llegar a la hora.


Llegué a la terminal justo a tiempo, subo al vagón pero todo está lleno; sin embargo, un apuesto chico me cede su asiento, respiro hondo dado mi cansancio, y de paso siento un agradable aroma a madera... Tal vez el perfume de alguno de los pasajeros. Me encantó; respiré hondo a ver si lograba adivinar de donde provenía. Creo que proviene del muchacho que me cedió el asiento (está bien guapo, debo reconocer que atrajo mi atención).

Sube y sube gente al vagón, hace calor. ¿Acaso nadie lo nota?. Tal vez tampoco noten si libero un botón de mi blusa.

Al parecer, el chico que me cedió el asiento mira mi escote. ¡Es un fresco!. Espero que ese movimiento de su cintura no sea por una erección... En fin, mi cabello sigue siendo un desastre, debo acomodarlo aunque el lugar no sea el más indicado.

Sigue subiendo gente, le cederé el asiento a esa anciana, lo necesita más que yo.

¡Ese aroma nuevamente!. Definitivamente es el muchacho. No lo puedo resistir, ¡me encanta!. Espero no haya notado mi entusiasmo, ni que descuidadamente mordiera mi labio. ¡Pero es que no lo resisto!.

¿Que habrá tras ese traje formal?, tal vez va al gimnasio y sea todo un Adonis musculoso... 


¡Ese aroma!... ¿Notará si me apego un poco más a él?... Casi puedo sentir su respiración en mi cuello... ¿Sería mucho pedir si me da un sutil beso?... Pero no; no voy a quedar como una regalada. No es mi estilo andar tras los hombres, ¡son ellos los que me persiguen!...


¡Por fin mi parada!... ¡Lo siento cariño, te lo perdiste!...

Parece que viene tras de mi (en ese instante me toma por la cintura y me da un tierno beso)... Alguien con esa iniciativa merece una oportunidad. Lo tomo firmemente y le devuelvo el beso... Y de paso, le doy mi número telefónico... Espero no haber sido demasiado osada... Y que me llame esta tarde.

¡Ese beso fue casi orgásmico!...


Romance viajero

Ese día debía dar una entrevista de trabajo y presté especial cuidado a mi presentación. Barba al ras, after shave y un perfume con un leve aroma a maderas orientales (mi favorito). En cuanto al vestuario; camisa blanca, corbata, pantalón de tela, zapatos negros y ambo negro.

Al subir al vagón de la estación no había nadie, así es que tomé asiento frente a la puerta, a la estación siguiente subieron algunas personas más, y pronto se ocuparon todos los asientos... En una nueva parada sube una chica guapísima, de cabellos intensamente negros, mirada dulce y bella figura. Inmediatamente le cedí el asiento y me quedé de pie junto a ella. Sentí que respiraba algo aliviada, al parecer, llevaba rato de pie.

Al poco andar subieron otras personas y el aire se puso denso. Sentí calor, pero no podía aflojar el nudo de la corbata. Noté que ella desaflojó un botón de su blusa, y dejó entrever parte de la curvatura de sus pechos. Su piel lucía suave y fresca. Sentí que algo reaccionaba en mí, por lo que desvié la mirada; ya era algo tarde, e intenté disimularlo con un sutil movimiento de caderas. Creo que ella lo notó. O tal vez no, ya que acomodó sus cabellos y siguió quieta, con la mirada perdida. Sin embargo, ese movimiento hizo que su escote luciera aún más... Cerré los ojos e imaginé el par de pechos que se ocultaban tras ese brasier.


A la siguiente estación ella le cedió el asiento a una señora mayor y se puso de pie, dándome la espalda. Tal vez ella sintió un leve mareo, el caso es que respiró hondo y se apegó un poco más a mí. Pude sentir sus nalgas junto a mi entrepierna. Yo me sentía extasiado, acerqué mi cara a su cabeza y pude sentir su perfume, suave y delicado, como ella. 


Llegué a la estación en que debía bajar. Casualmente también era la suya... Caminé un par de pasos, la tomé por la cintura y le robé un beso de sus dulces labios. Ella se aferró a mí y me respondió con otro, aún más intenso que el anterior...


Me dio su número de teléfono y quedamos de vernos a la tarde... Espero ansioso las horas... La deseo, y siento que ella también me desea.



viernes, 27 de junio de 2014

Un viaje poco usual

Ese día, mi vehículo había presentado problemas, así es que debí optar por el trasporte público. Recuerdo que era un día caluroso y la gente andaba liviana de ropas.

En tanto subí al vagón, visualicé un asiento que quedaba en una esquina; desde este apreciaba muy bien a todos los pasajeros. En una de las paradas sube una atractiva muchacha, la cual no pasó desapercibida para un joven y bien vestido muchacho. Éste, amablemente le cedió el asiento, a lo cual ella respondió con una sonrisa. Él tomó el pasamanos y se paró junto a ella.

Noté que ella cerró los ojos e inspiró una bocanada de aire. Al parecer, en el entorno había un aroma que le había fascinado. Por sus gestos, deduje que este aroma provenía del joven que le había cedido el asiento. 

A medida que subían los pasajeros, también subía la temperatura del aire. Ella soltó un botón de su blusa y el gesto no pasó desapercibido para el muchacho. Este se acercó un poco a ella, quien lo notó porque volvió a inhalar profundamente y no pudo evitar morder su labio inferior. El muchacho seguía atento a como el escote de la muchacha, con cada movimiento del vagón, mostraba más de lo esperado. Tras eso, realizó un extraño movimiento de cadera el cual no pasó desapercibido para la joven. Ella sonrió, sutilmente. También acomodó un poco su cabello, de manera muy coqueta.

Al pasar a otra estación, sube una mujer mayor y la joven le cede el asiento, ubicándose junto al muchacho. Volvió a inhalar profundamente y discretamente acercó su espalda al abdomen del chico, y tras algunos instantes, pareció mover sus caderas, como buscando sentirlo más.

El muchacho se ruborizó, pero permaneció muy quieto en el mismo lugar. La muchacha se apegó un poco más; los labios de él casi rozaban su oído. Ella cerró sus ojos y volvió a morder su labio. Parecía fantasear con el muchacho, y este con ella.

En la próxima estación ambos bajaron juntos, y a la distancia pude notar que él la aferraba por la cintura y le daba un intenso y prolongado beso...